El pasado mes de marzo, un hombre entró en una panadería de Barcelona y se acercó a uno de los clientes para pedirle que le comprara algo de comer. Ante su negativa, se aproximó a la caja blandiendo una lata rota para llevarse un bocadillo gratis. La fiscalía pide para este hombre 4 años y 10 meses de cárcel, solo dos meses menos que la pena máxima por hurto.
La clave está en la lata rota que utilizó en su robo: ha sido interpretada como un arma con el que se causó intimidación. No obstante, parece ser que el acusado no pretendía causar daño a las dependientas ni a nadie del local con la lata, sino que lo usó para autolesionarse y, en sus propias palabras, «para demostrar que tenía hambre y llamar la atención».
Tanto acusado como testigos han afirmado que el hombre no pretendía robar nada de la caja ni ningún otro objeto de valor más que el bocadillo, por lo que se trata de un hurto sin violencia y con la finalidad de alimentarse.
No obstante, la Fiscalía opina que lo sucedido es un delito de robo con violencia e intimidación y uso de arma en establecimientos abiertos al público, y exige, aparte de la pena de cárcel ya mencionada, que pague los costes del procedimiento.
El martes que viene se celebrará el juicio y veremos si la Fiscalía mantiene su petición de condena.