Si bien la práctica de alquiler de vientre está prohibida en España, en otros países es completamente legal y las empresas encargadas de ofrecer este atroz ‘servicio’ ven nuestro país como un caramelito aún por saborear.
Éxito garantizado o devolución del dinero, elección del sexo del bebé a cambio de un plus, reiniciar el proceso en caso de aborto. Son algunas algunas de las ofertas con las que estas empresas intentan captar clientes en España. Ofertas cada vez más sofisticadas y ‘completas’.
‘Go4Baby’, o «Ir a por un bebé» en castellano, es una de ellas. Sus dos servicios, básico e integral, se llevan a cabo en Georgia o Ucrania, y el paquete más básico en este último cuesta al rededor de 41.900 euros, según adelanta ‘eldiario.es’. Incluye todo tipo de comodidades: alojamiento y manutención durante dos meses, intentos ilimitados hasta conseguir el nacimiento, un intérprete en la clínica y «reinicio del proceso en caso de aborto».
Si dispones de 8.000 euros más, puedes elegir por ejemplo el sexo del bebé, o puedes optar por reducir el tiempo entre intentos, o incluso la firma del contrato con la gestante ante un notario. El pack más caro incluye la «compensación por aborto, por pérdida de útero, por mellizos» y el «pago por cesárea». Si alguna de estas posibilidades acaba sucediendo y no has pagado el paquete que lo incluye, tendrás que pagarlo aparte a la madre del bebé.
A preguntas formuladas por el medio citado anteriormente, la empresa asegura que si se detecta una malformación, «los padres pueden tomar la decisión de abortar». ¿Quiénes son los padres? Desde luego no la madre gestante, si no los «padres de intención». «Otra cosa es si en el nacimiento se produce cualquier problema. Ahí ya no pueden rechazarlo, los padres tienen que asumir que es suyo«, agregan.
Otras de las empresas más conocidas y que ofertan en España pero residen fuera, en su programas incluyen por ejemplo, una «excursión personalizada» por Kiev (Ucrania) en el pack de 39.800 euros y en el de 50.000 ofrece una excursión por Tiflis (Georgia) «y otras ciudades vecinas».
Al ser preguntados por si el lenguaje excesivamente mercantilista o si servicios atroces como la elección del sexo del bebé no les plantea ningún debate ético, la primera de las empresas asegura que no.
