«Hay una evidencia abrumadora de que la inhalación del coronavirus representa una vía principal en la transmisión del COVID-19″. Así comienza una carta de un grupo de científicos de varias universidades estadounidenses.
Desde el inicio de la pandemia, los estudios y los expertos han asegurado que el virus se transmitía a través de gotas grandes de saliva despedidas al toser, hablar o estornudar. Sin embargo, la posibilidad de que el virus se contagiara por medio de aerosoles cada vez ha ido teniendo más sentido y aceptación en la comunidad de expertos.
Ahora, estos estudios confirman que se trata de una vía de contagio «importante». La diferencia de los aerosoles y las ‘gotitas’ como vía de transmisión es notoria: con lo segundo, haría falta estar expuesto directamente a esas gotas. Con los aerosoles, estas gotitas se quedarían ‘suspendidas’ en el aire durante determinado tiempo.
«Los virus contenidos en las gotas de mayor tamaño típicamente caen al suelo en cuestión de segundos y a unos dos metros de la fuente, y pueden ser proyectados como pequeños perdigones a individuos en las proximidades. Debido a su escaso radio de alcance, la distancia física reduce la exposición», explican.
Sin embargo, estos virus en aerosol permanecen suspendidos en el aire varias horas, como en el humo, y ser inhalados. Además, están «altamente concentrados» al rededor de una persona contagiada, haciendo muy fácil su contagio a los que estén cerca del contagiado. Además, los aerosoles pueden viajar más de dos metros y pueden acumularse en habitaciones mal ventiladas.
Aún así, la propia OMS ha aclarado que esta vía de difusión se podría dar en determinadas condiciones y no siempre después de que más de doscientos científicos pidieran vía carta que se tuvieran en cuenta estos datos. Esas ‘determinadas condiciones’ son, de hecho, las que hemos ido viendo estos días: menos de dos metros y espacios cerrados mal ventilados.