Ayer se celebraron en Estados Unidos las «midterm elections», las elecciones de mitad de legislatura, en la que se eligen candidatos para la Cámara de Representantes y el Senado.
No eran unas elecciones más. Desde ambos partidos, estos comicios orbitaban alrededor de la figura de Donald Trump, y los resultados demostrarían si la ciudadanía le seguía apoyando o si le castigaba después de estos dos años. Según algunas estimaciones, la participación ha batido récords, llegando a 114 millones de votantes (31 millones más que los 83 de 2014), datos que no se veían desde la Segunda Guerra Mundial.
Finalmente, la fuerte división del país ha vuelto a evidenciarse, y los resultados no han terminado de inclinar la balanza hacia la recompensa o el castigo. El partido republicano ha ganado el Senado, pero los demócratas han recuperado el control de la Cámara de representantes, ocho años después.
Tremendous success tonight. Thank you to all!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) November 7, 2018
Esta victoria demócrata da pie a un mayor control sobre las decisiones del presidente Donald Trump, limitar su capacidad de acción durante el resto de legislatura, e investigar a su administración y sus finanzas.
El control del Senado, por otro lado, permite a los republicanos autorizar nombramientos en la Casa Blanca, o evitar (como algunos sugieren) la destitución del presidente desde la Cámara de Representantes. En vista de la fuerte polarización ideológica de las dos cámaras, parece que resultará muy difícil sacar adelante cualquier propuesta en los próximos dos años.
Los demócratas han podido disfrutar de la victoria de algunos de sus candidatos más progresistas. Alexandria Ocasio-Cortez, una de las personalidades más atractivas de los azules, y que hasta el año pasado era camarera, ha ganado en el distrito 14 de Nueva York, convirtiéndose a sus 29 años en la congresista más joven de la historia. Ilhan Omar (distrito 5 de Minnesota) y Rashida Tlaib (distrito 13 de Michigan), por su parte, se han convertido en las primeras mujeres musulmanas del Congreso. Además, han irrumpido en el congreso, arrebatándoles el puesto a sus contrincantes republicanos, las primeras congresistas nativas americanas: Deb Haaland, de Nuevo México, y la abogada y ex-luchadora de MMA LGBT Sharice Davids, de Kansas.
Aunque no todo han sido victorias para los demócratas, al haber perdido varias de sus grandes apuestas. En Georgia, Stacey Abrams perdió contra el republicano Brian Kemp (famoso por su vídeo de campaña), aunque la demócrata ha pedido un recuento. Beto O’Rourke, uno de los candidatos azules más ilusionantes, ha perdido en Texas contra Ted Cruz. Sin embargo, muchas celebridades han mostrado su apoyo al candidato demócrata proponiéndolo para hacer frente a Trump en las elecciones presidenciales de 2020, con el hashtag #Beto2020. Como vicepresidente en esta hipotética candidatura, muchos proponen a Andrew Gillum, de Florida, otra de las derrotas demócratas más sonadas.