Julen Madariaga, uno de los fundadores del grupo terrorista ETA, ha muerto este martes a los 88 años tras una larga enfermedad.
Estuvo dos años en la cárcel por pertenecer a la banda terrorista, y, al quedar en libertad, abogó por que que abandonaran las armas, reconociendo que había perdido la lucha por la autodeterminación. A principios de la década de los 2000, ya convencido defensor de la paz, se unió a Aralar, escisión pacifista de la izquierda abertzale que ahora está integrada en EH Bildu.
Nacido en 1932 e hijo de un miembro del PNV, se exilió en Chile al acabar la Guerra Civil. Volvió años después a Bilbao, donde fundó Ekin, la organización de la que luego nacería ETA. También fue uno de los creadores de Herri Batasuna, cuya negativa a condenar el asesinato de Gregorio Ordóñez, dirigente del PP en Gipuzkoa, le llevó en 1995 a abandonar la organización.
«Nuestra lucha iba directamente contra el imperialismo español y contra el imperialismo francés, que son las potencias que, a sangre y a fuego, con las armas en la mano, se introdujeron en nuestro territorio», afirmó en una entrevista en ETB. «Me enorgullece haber creado ETA, porque era necesaria», admitió en otra conversación con ‘Berria’.
Habrá que explicarlo todo: Julen Madariaga abandonó HB en 1995 en protesta por la no condena del asesinato del popular Gregorio Ordóñez. En 2001 fundó Aralar, favorable al fin de la violencia. También militó en Elkarri, promotora de diversas conferencias de paz. pic.twitter.com/Wzg8jSJKi5
— Carles Ferreira (@carlesferreira) April 6, 2021