Irineo I, el máximo líder espiritual de la Iglesia Ortodoxa serbia, ha muerto este viernes en Belgrado a sus 90 años de edad tras contraer el COVID-19 después de organizar el funeral del obispo muerto por el virus, donde miles de personas le dieron besos al cuerpo sin vida.
El líder espiritual fue hospitalizado por la enfermedad tres días después de haber celebrado el funeral donde se dejó abierto al público el ataúd con el cuerpo infectado del obispo, permitiendo que los participantes le dieran besos de despedida. Todos sin mascarilla y conglomerados.
La ceremonia duró horas, muchos besaron la cara, la frente y las manos del muerto, que estuvo expuesto durante dos días en el ataúd abierto.