La sede de la oficina española de Greenpeace en Madrid amaneció el viernes pasado con pintadas neonazis e insultos dirigidos a la organización.
En un comunicado, la organización «alerta sobre las consecuencias de la creciente polarización social, la normalización del discurso de odio y la relativización de la simbología neonazi y la retórica fascista, frente a las que considera de suma importancia mantener una política de tolerancia cero».
«El notable empeoramiento de la convivencia en la capital -dice- resulta especialmente preocupante, y en los últimos meses se han sucedido ataques a centros de menores, manifestaciones abiertamente racistas o antisemitas, y agresiones en la calle por parte de grupos de ultraderecha», agregan.
Para la organización, «la actual degradación de la calidad democrática forma parte de una tendencia mundial que tiene su reflejo en la reducción de espacio de diálogo social y el incremento de actitudes, discursos y prácticas autoritarias que ponen en la diana a los colectivos más vulnerables o a las organizaciones de defensa de los derechos humanos».