Ocurrió en Gandía, Valencia, el 28 de mayo de 2016. Dos agentes del SEPRONA que se encontraban en una tarea rutinaria que se prolongaría durante toda la tarde comenzaron a sentir olores fecales desde el coche que venía de una acequia del espacio natural del Marjal de la Safor, un lugar protegido que ha sido muy denunciado por los ecologistas por vertidos ilegales.
Tras bajarse del coche para comprobarlo, el cabo ordenó que regresaron de vuelta al cuartel. El subordinado mostró indignación, no estaba de acuerdo y opinaba que tenían que quedarse allí e indagar ya que podría estar ante un delito ecológico en el lugar. Pero la postura de su superior seguía intacta, tenían que marcharse.
Fue ahí cuando el superior elevó el tono «de forma poco respetuosa». El cabo primero recriminó su actitud, elevando más la voz. Así, mientras estaban dentro del coche patrulla de vuelta al cuartel, estalló. «¿Quién dirige el servicio, usted o yo?» le preguntó el superior.
Ante este comentario, el subordinado le gritó: «Como me vuelva a chillar es la última vez que se lo digo… Mire, por la puerta sale volando. ¿Está claro o no está claro? Usted es un maldito inepto, un inútil de mierda que no vale ni para tacos de escopeta. Eso es lo que es usted, un inútil de mierda que no vale ni para tacos de escopeta».
«Acaba de ver una actuación aquí, se lo pasa por los cojones y se va… Eso es lo que ha hecho usted. Eso. Y ahora va y me hace un parte y dice lo que ha ocurrido. El parte se lo voy a hacer yo. Inútil, que eres un inútil de mierda», siguió. El cabo primero llevaba una grabadora encima.
Ahora, cuatro años después, se conoce por El Español que la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo ha condenado a nueve meses de prisión al agente por un delito de «insulto a un superior», siendo esencial para el caso la grabación de la conversación.
El agente raso denunció que se había producido una infracción al derecho fundamental al secreto de comunicaciones, aunque no resultó en nada. «Dicha grabación debería haber sido realizada previa autorización judicial, aseguran los abogados del agente.
«Fue una encerrona. Lo calentó, llevaban tiempo enfrentados», han asegurado otros agentes cercanos al conflicto.