El entrenamiento de perros de compañía basado en estímulos aversivos, producir sensaciones desagradables, afectan a largo plazo de manera negativa al estado mental del animal, tal y como ha mostrado un estudio publicado este miércoles en la revista ‘Plos One’.
Las autoras del informe analizaron el entrenamiento de 42 perros en escuelas caninas que utilizan entrenamiento basado en recompensas como golosinas o juegos y otros 50 en centros que recurren a técnicas aversivas como son gritarle al animal, manipularlo físicamente y tirar de su correa.
Las investigadoras grabaron los primeros 15 minutos de cada sesión de entrenamiento para observar cualquier comportamiento que pueda denotar estrés, como bostezos, levantar una pata o relamerse los labios. También recogieron muestras de saliva para conocer el nivel de la hormona del estrés, el cortisol, durante el reposo en casa y tras los ejercicios.
Como sospechaban, los perros que eran sometidos a métodos aversivos mostraron un comportamiento muy asociado al estrés, especialmente bostezando y relamiéndose los labios, y el cortisol en su saliva estaba a niveles mucho más altos respecto al descanso. En el grupo de las mascotas recompensadas, por el contrario, estos fenómenos fueron mucho más leves.
Un mes después, los animales participaron en otro experimento en el que tenían que aprender a conocer el contenido de un tazón por su ubicación. Si se encontraba en un lado de la sala, el recipiente estaría lleno de salchichas, mientras que si se ubicaba en el lado opuesto estaría vacío, aunque en los dos casos estaría impregnado del olor del alimento.
Las investigadores también hicieron la prueba poniendo el tazón en un lugar ambiguo para observar con qué rapidez los perros se acercarían a buscar las salchichas.
Los resultados desvelaron que los perros del grupo entrenado previamente con recompensas tardaban menos en acercarse, de lo que se deduce que esperaban que el tazón estuviera lleno. No obstante, los del grupo de estímulos aversivos se mostraron más pesimistas, sin apresurarse a mirar el tazón, dándolo aparentemente por vacío.
Las expertas concluyen que los métodos aversivos no aportan ninguna ventaja en el entrenamiento y pueden suponer un riesgo para el bienestar de un perro, especialmente si son practicados con gran intensidad.