Steven Brandenburg, un farmacéutico de 46 años de Grafton, Wisconsin, EEUU, decidió sabotear 570 dosis contra el COVID-19 sacándola del refrigerador y dejándolas a temperatura ambiente en su turno de la noche en un hospital local.
Ocurrió en la Nochebuena, cuando Brandenburg sacó las dosis de la cámara frigorífica y las dejó durante nueve horas a temperatura ambiente. La vacuna, por su inestabilidad, debe conservarse en un rango de temperatura de dos y siete grados centígrados en el que aguanta hasta 30 días.
El 26 de diciembre, hasta 57 personas se vacunaron con esas dosis saboteadas. El hospital inmediatamente hizo público que se habían puesto vacunas defectuosas de forma «accidental», aunque las sospechas sobre el empelado llevaron a una investigación interna hasta que el profesional se declaró culpable.
«Los detectives indican que el individuo sabía que las vacunas alteradas serían inefectivas y que quienes las recibiesen pensarían que estarían vacunados contra el virus cuando, en realidad, no lo estaban», dijo al policía en un comunicado el día de la detención.
Uno de los fiscales del caso, Adam Gerol, ha asegurado que el farmacéutico, que tenía 23 años como farmacéutico con licencia, «creía que las vacunas no eran seguras». Además, según sus compañeros, el hombre, a lo largo de dos años, había mostrado en más de una ocasión escepticismo sobre las vacunas.
De hecho, un empleado aseguró que el farmacéutico acudió armado a su puesto de trabajo en al menos dos ocasiones. El fiscal reveló que el hombre, además, estaba pasando por un divorcio. Los fiscales pedirán 20 años de cárcel como castigo ejemplar para que no vuelva a pasar esto.