La vacuna es segura y salva vidas, y esta idea es algo que aún muchísima gente no acaba de entender ni aceptar. Por suerte, el número de negacionistas va en descenso con el paso del tiempo, aunque no llegó a tiempo para Michael Freedy.
Este padre estadounidense de cinco hijos y 39 años, decidió esperar para vacunarse a ver qué ocurría con el resto de la gente que se la ponía, pero por desgracia, acabó sus últimos días conectado a un respirador.
«Debería haberme puesto esa p*** vacuna», le dijo a Jessica DuPreez, su pareja, en su lecho de muerte, según el Mirror. «Queríamos esperar solo un año desde el lanzamiento de la vacuna para ver qué efectos tenía la gente, pero nunca hubo intención de no ponérnosla», aseguró la mujer.
«Solo tenía 39 años. Nuestros bebés ahora no tienen papá», lamenta la viuda, ya vacunada. Al igual que sus hijos, que tienen 17, 10, 7 y 6 años, y otro menor de 17 meses.