La enfermera Pamela Orlando trabajaba en el Valley Hospital de Ridgewood, New Jersey. Esta mujer estuvo en primera línea de batalla contra el virus en Nueva York, uno de los estados más azotados por la enfermedad en el país con más casos y fallecidos del mundo.
En marzo Pamela comenzó a presentar síntomas de coronavirus, tos y fiebre ligera. La enfermera prefirió aislarse en casa para no empeorar la situación de los hospitales, ya saturados. Así, empezó a grabar vídeos con su teléfono para documentar su evolución.
«No voy a ir al hospital. Voy a tratar mis síntomas en casa», anuncia en el primer vídeo, en el que aparece sana y descansando en su sofá.
En el siguiente vídeo, la situación de Pamela, de 56 años, parece ir va a peor. «Dolor en la espalda. Fiebre que no baja». Días después, su salud empeoró drásticamente, por lo que sus hijos decidieron ingresarla en el mismo hospital en el que trabajaba.
«No puedo casi moverme sin quedarme sin aire», cuenta Pamela desde la unidad de cuidados intensivos.
«Me siento espantosamente, tan mal como si no fuera a sobrevivir. Por favor, Dios, ayúdame», implora la enfermera en uno de sus últimos vídeos. En las imágenes finales, Pamela ya no puede hablar.
Fueron sus hijos los que, tras su fallecimiento, recuperaron los vídeos que su madre había ido grabando.
«Son muy difíciles de ver para mí y mi hermano. Pero los teníamos que dar a conocer porque es el testimonio que quería dejar mi madre», explicó su hijo Reid. «Ella quería que todo el mundo entendiera la importancia de mantener la distancia social y lo devastador que es el virus».