El martes pasado una noticia horrible llegaba desde el otro lado del charco. Una niña de diez años, violada desde los seis por su tío, se había quedado embarazada.
Este trágico suceso llegó en medio de una brutal guerra que se disputa en el país entre pro-vida y pro-aborto. En Brasil solo está permitido el aborto en casos de violación, si la gestante corre riesgo de muerte o cuando el feto presenta anencefalia. Algo que para millones de mujeres del país no es suficiente: quieren poder decidir absolutamente sobre su cuerpo.
Pese al gran movimiento pro-aborto, la llegada de la niña de apenas diez años no estuvo exenta de polémica y mezquindad: un numeroso grupo de ultracatólicos y conservadoras hizo una cadena para que la niña, junto a su abuela y una trabajadora social, no pudiera pasar a la consulta para poder abortar. Lejos de eso, también arremetieron contra ella y la insultaron.
Por suerte, un grupo muy grande de mujeres formaron un ‘pasillo de seguridad’ para que la niña pudiera finalmente entrar.
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