Fátima, una española de 21 años, está encarcelada en Omán desde hace dos años. Fue condenada a cadena perpetua por tráfico de drogas. Su familia afirma que está incomunicada y que le obligan a llevar un niqab, una prenda que le cubre todo el cuerpo y el rostro.
La familia solo quiere que sea extraditada a España y cumpla condena aquí con todas las garantías legales, no que sea traída como una mártir ni con honores. El Código Penal de Omán considera este delito como uno de los más graves, hasta el punto en que los abogados que hasta ahora han llevado su caso en Omán «consideran indigno defenderla», según cuenta Mónica Santiago, su actual letrada, a ‘ABC’.
El caso de Fátima está plagado de negligencias, como el hecho de que sus abogados presentaron fuera de plazo el recurso de la sentencia a cadena perpetua. La actual letrada de la joven afirma que la gran carga de la culpa debería recaer sobre quienes la captaron cuando tenía 19 años.
La joven vive un calvario en la prisión, donde es obligada a rezar todos los días y a llevar un niqab, a pesar de no ser musulmana. Ni siquiera sabe que está condenada a cadena perpetua, ya que no se lo han comunicado temiendo su reacción. Su letrada aún no entiende cómo se han ignorado dos atenuantes tan fuertes como lo son el desistimiento y la colaboración con la policía.
Por el momento se han realizado gestiones políticas a través del grupo español en el Parlamento Europeo. «La han firmado todos los partidos españoles excepto Ciudadanos, Vox y el PP, que dicen que no entran en temas de drogas», cuenta la letrada al citado medio.