El apoyo de EH Bildu a los Presupuestos Generales del Estado (PGE) está sacando el lado más hipócrita de las derechas, sobre todo del Partido Popular, que se sentó a negociar más de una vez con la banda terrorista ETA mientras estaba en activo.
El diputado de Vox Ignacio Gil Lázaro es otro ejemplo más del doble rasero en esta cuestión. El ultra recriminó el pasado miércoles a Pablo Iglesias su empeño en que el Gobierno priorice los pactos con ERC, que tiene líderes en la cárcel, y Bildu, que «sigue sin condenar el terrorismo etarra» y pretende «cargarse el régimen del 78».
«Millones de españoles no vamos a consentir que se carguen nuestra democracia con alianzas vomitivas y miserables que son un insulto a las víctimas y a la dignidad nacional. No permitiremos que sustituyan la democracia por una república comunistoide, plurinacional, confederal y bananera», dijo Gil Lázaro.
No obstante, a pesar de sus grandilocuentes afirmaciones de ahora, sus actos mostraban una postura muy diferente cuando era portavoz de Interior del PP. El 28 de noviembre de 1998, Gil Lázaro fue uno de los impulsores de un acuerdo parlamentario en el que se pidió al Gobierno de José María Aznar la aplicación de una política penitenciaria «flexible» de la forma «que mejor propicie el fin de la violencia».
Esta no fue el único acercamiento del ahora diputado de Vox con ETA. El 15 de junio de 1999, la Cámara Baja dio luz verde a otra moción de similares características. En septiembre de ese año, Gil Lázaro explicó las políticas penitenciarias del Ejecutivo de Aznar de la siguiente manera: «El traslado a la Península de los presos que estaban fuera de la misma», «la reciente decisión de acercamiento a centros penitenciarios del País Vasco o de su entorno de un número muy importante de presos etarras» y «la clara expresión de voluntad de reiniciar los contactos que la banda unilateralmente decidió suspender este verano».