«Que tú cuando vas a Madrid a un hotel, ¿se te ocurre ir al dueño de un hotel a protestar por el ruido de los coches?«.
Esta es una de las simples pero muy buenas reflexiones que hace este hombre, que se grabó a sí mismo reflexionando sobre el caso del dueño de un hotel rural que denunció a las autoridades el ruido que hacían los gallos de un vecino al cantar por las mañanas. Lo más asombroso es que, como cuenta Nel, el protagonista del vídeo, el hotel rural acabó por ganar el juicio.
«A los inquilinos del hotelito rural les molestaba el canto de los gallos porque cantaban a horas ‘intempestivas’. Una hora intempestiva para mí son las tres de la mañana cuando los inquilinos de las casas rurales están con la música en el jardincito», cuenta el hombre, notablemente molesto por el injusto acontecimiento.
El autor de las imágenes termina con dos interesantes reflexiones sobre el caso que ponen en la mesa (de una forma muy cómica pero sin perder la seriedad) una vez más el controvérsico tema del turisteo y cómo las ciudades a veces enfocan su atención en estos más que en sus propios ciudadanos.