La preocupación en Europa y en todo el mundo crece en vista del auge del fascismo. LePen, Salvini, Bolsonaro, Trump, y ahora Santiago Abascal con VOX en España. El domingo pasado, Ana Pastor se preguntaba cómo deberían los periodistas tratar el fascismo para evitar favorecerlo. Al día siguiente, el periodista Pedro Vallín, que trabaja en La Vanguardia, publicaba un hilo en Twitter con su respuesta. Él propone no una forma de tratar a los fascistas, sino una manera de tratar con la audiencia. Cree que el problema del periodismo no es cómo cuenta las cosas, sino cuánto tiempo dedica a contar cada cosa, qué importancia da a los sucesos: la agenda.
Si dedicamos todo el informativo a hablar de sucesos escabrosos en lugar de destacar que la criminalidad está en sus límites más bajos. Si damos cobertura a los pocos casos de inmigración ilegal que hay como si nos invadiera una turba de inmigrantes. Si no se cubren los deshaucios, y sin embargo se da muchísima relevancia a dos o tres narcopisos. Si el periodismo se preocupa solo del escándalo y el debate fáciles para ganar audiencia haciendo clickbaiting. Si nos comportamos así no hacemos más que difundir la inseguridad y el miedo. No conseguimos otra cosa que convencer a la población de que el crimen y la inmigración son un problema tremendo. Pero, ¿será el periodismo, como forma de negocio a gran escala, capaz de superar su ambición y dejar de alimentar con ella al fascismo?
Ayer, @_anapastor_ preguntaba cómo debe tratar el periodismo al fascismo para evitar impulsarlo. ¿Nos choteamos, los silenciamos o los tratamos como si fueran gente seria? Difícil. Mi propuesta es indirecta: Cómo tratar al lector/espectador/oyente para evitar el fascismo.
— Pedro Vallín (@pvallin) October 8, 2018
La clave es NO DIFUNDIR LA AGENDA FASCISTA. Si nos pasamos el verano dando espacios sin fin a la llegada de inmigrantes, como si viviéramos una oleada que no existe, da igual que el tratamiento sea serio y riguroso, el público creerá que tenemos un problema de inmigración.
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
Si dedicamos horas sin fin a contar que unos quitan lazos y otros los ponen, como si los catalanes estuvieran a punto de emprenderla a tiros, da igual que tengamos tertulianos o columnistas muy serios, el público creerá que estamos al borde de la confrontación civil.
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
Si toda la programación televisiva de las mañanas consiste en hablar de sucesos escabrosos, ignorando que en realidad tenemos los niveles de delincuencia criminal más bajos de la historia y de los más bajos del continente, la gente creerá que necesitamos endurecer el código penal
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
Si cada vez que un terrorista condenado obtiene un tercer grado o es excarcelado por motivos de salud dedicamos páginas y páginas a debatirlo como si no fuese lo normal en democracia (que la ley penitenciaria se aplica), el público creerá que hay oscuros pactos con el terrorismo.
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
Si a cualquier noticia sobre los pocos cientos de manteros que operan en Madrid o Barcelona le damos tratamiento de Cuestión de Estado el público creerá que nuestros barrios viven sometidos a un régimen de terror nunca visto, cuando todos los indicadores dicen JUSTO LO CONTRARIO.
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
Si apenas informamos de los desahucios pero hacemos debates sobre narcopisos, cuando el primer problema ha afectado a cientos de miles de ciudadanos y el segundo estadísticamente es residual, el público creerá que la amenaza al vecindario son los negros y no la ley hipotecaria.
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
Si apenas informamos de los desahucios pero hacemos debates sobre narcopisos, cuando el primer problema ha afectado a cientos de miles de ciudadanos y el segundo estadísticamente es residual, el público creerá que la amenaza al vecindario son los negros y no la ley hipotecaria.
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
Si apenas informamos de los desahucios pero hacemos debates sobre narcopisos, cuando el primer problema ha afectado a cientos de miles de ciudadanos y el segundo estadísticamente es residual, el público creerá que la amenaza al vecindario son los negros y no la ley hipotecaria.
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
Si apenas informamos de los desahucios pero hacemos debates sobre narcopisos, cuando el primer problema ha afectado a cientos de miles de ciudadanos y el segundo estadísticamente es residual, el público creerá que la amenaza al vecindario son los negros y no la ley hipotecaria.
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
Hala, ya está, ya me callo. (Hasta que luego me acuerde de que se me ha olvidado algo).
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018
APÉNDICE I. Lo enlacé hace días, pero viene al caso hoy: el periodista Manuel Ligero cronometró un informativo de máxima audiencia por temas. Explica cómo la elección de agenda traslada una distorsión sobre cómo está una ciudad, un país o el mundo. Leedlo: https://t.co/xx8WTFqgZ4
— Pedro Vallín (@pvallin) 8 de octubre de 2018