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Los Legionarios de Cristo intentaron comprar el silencio de una víctima de abusos sexuales por 15.000 euros

El sacerdote mexicano Vladimir Reséndiz Gutiérrez abusó sexualmente de un niño de 12 años durante el curso escolar 2007/2008 en el campamento de verano Seminario de los Legionarios de Cristo en Gozzano (Italia).

Tras una primera condena, una apelación y un recurso desestimado, desde el 23 de julio de 2020 es firme la sentencia que fija para el agresor seis años y medio de cárcel por los abusos sexuales sobre el niño, una pena que no ha cumplido por hallarse en paradero desconocido.

El niño no contó nada a sus padres ni cuando le sacaron del centro: «Nadie podía decir nada, estaban controladísimos», ha contado la madre, poniendo como ejemplo que Reséndiz leía todas las cartas entre los estudiantes y sus familias.

En 2013, ya con 17 años, la víctima acudió a un psicoterapeuta en cuyas sesiones descubrió lo ocurrido, informó a los padres y presentó una denuncia.

«Nuestro hijo, sabiendo que nos habíamos enterado, entró en una gran depresión, con sentimientos de culpa, vergüenza, confusión, varias veces intentó quitarse la vida y sufre muchas secuelas», cuenta su madre.

El 18 de octubre de 2013, la familia de la víctima recibió la propuesta de 15.000 euros a cambio de afirmar que su hijo se lo había inventado todo, algo que ellos rechazaron. El 10 de diciembre de 2013 llegó la segunda propuesta: un contrato de transacción en el que la confidencialidad se aseguraba con una penalización.

«En caso de incumplimiento, estarán obligados solidariamente a pagar a la Congregación como sanción el doble de la cantidad aquí reconocida», rezaba el documento. Es decir, si hablaban con las autoridades tendrían que devolver el doble: 30.000 euros.

Ahora, un tribunal de Milán examina la denuncia de sus padres contra cuatro miembros y un abogado de la congregación religiosa en un juicio donde se ha admitido como prueba el intento de extorsión y encubrimiento. El juicio es todo un hito ya que puede suponer la primera condena por encubrimiento en este tipo de casos.

La madre del joven se puso en contacto con el cardenal Velasio de Paolis, el hombre que el Vaticano había colocado en ese momento al frente de la orden, tras la primera propuesta para comprar su silencio. Sin embargo, este escurrió el bulto, afirmando que no sabía nada y que «entre cristianos, lo dice la Biblia, nos tenemos que poner de acuerdo».

Escrito por M. Zafra

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