El suceso ocurrió en la playa Can Pere Antoni de Palma. Una joven socorrista, Macarena Cabrujo, estaba en la playa jugando al vóley tras acabar su turno cuando a 200 metros de la playa divisó a un niño que se estaba ahogando.
Sin siquiera tener material de rescate, Cabrujo no dudó en lanzarse al mar en su búsqueda. El pequeño se desmayó nada más llegar la socorrista, y al ver que el mar estaba demasiado picado, se agarró a una boya a esperar que la lancha de rescate llegara.
Tras pocos minutos, el niño recuperó la conciencia y la abrazó con fuerza. Cuando llegó la lancha, el alto movimiento del mar hizo imposible que pudieran subirlo al vehículo, así que la joven lo remolcó hasta la orilla con un aro salvavidas.
Al llegar a la arena, el pequeño, de origen senegalés y de 10 años de edad, no podía dejar de abrazarla y hasta le preguntó cuando se verían de nuevo. «Le había dicho que estuviera tranquilo, que íbamos a salir, pero yo sabía que nos la estábamos jugando. La corriente tiraba mucho», recuerda Cabrujo.
En una entrevista para el Diario de Mallorca, se acuerda de las palabras del niño cuando le salvó: «Pensaba que no me ibas a sacar porque soy negro». El pequeño fue trasladado al hospital y se recuperó sin problemas.