El nuevo estado de alarma decretado ha hecho que una pregunta específica resuene allá por donde mires: ¿es que las medidas no están sirviendo para nada?
Y es que mientras el resto del mundo nos hundimos en esta segunda ola de coronavirus que amenaza con durar todo el invierno, en China viven casi en la antigua y pacífica normalidad. ¿Hemos hecho algo mal? ¿Qué han hecho ellos que nosotros no?
La respuesta se encuentra mayormente en la severidad de las medidas. Si bien hemos seguido las mismas restricciones, la obligatoriedad y severidad con la que estas se aplicaron desde el principio en China fue la clave para frenar al virus -se cree- definitivamente.
Una española residente en el país asiático desde que comenzó la pandemia nos cuenta, de primera mano, cómo lo vivió ella: blindaje absoluto del país, horas de cola para salir del avión mientras hacían las pruebas PCR, confinamiento controlado mediante dispositivos electrónicos colocados en las puertas, monitorización severa de la población mediante la incorporación de un ‘código de salud’ en las apps de pago…
La residente asiática resume el proceso chino de control del virus en estos pasos: «Paso 1: China se blinda a todo el mundo cerrando sus puertas y limpia la mierda que tiene dentro. Paso 2: una vez lo tienen controlado dentro, controlan estrictamente todo el que entra. Paso 3: siguen monitorizando a toda la población».
