Podemos decir sin ninguna duda que ayer no fue el día de VOX. El partido ultra se levantaba ayer con la pie derecho, y es que cuando actúas por miedo, lo que suele pasar es que todo te sale mal.
Tras los datos revelados por el CIS, que muestran una brutal subida del PSOE, un PP completamente congelado, y un VOX en caída que baja un puesto y se posiciona como la cuarta fuerza política, los ultras se han puesto nerviosos y han tirado de comodín: anunciar una moción de censura contra el actual Gobierno.
Algo que, como anunciábamos ayer, caía en saco roto tras el rechazo del PP -fuerza de la que buscaban apoyo- a la hora de anunciarlo. Pero en esa sesión, además de la vacilada de Sánchez, ocurrió algo más que provocó otras carcajadas. Y no es para menos.
Tras algunos analistas y diputados del Congreso asegurar que este movimiento de VOX es un intento de adelantar al PP, Abascal lo negó: «Nada más lejos de la realidad. Es más, mostramos desde esta tribuna nuestro afecto y nuestro respeto por el señor Casado».
Esta penosa y convenida alabanza provocó las carcajadas generalizadas en el Congreso, desde Gabriel Rufián hasta Pedro Sánchez.
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