A pesar de la acogida creencia que considera que duchándonos todos los días se reduce el riesgo de padecer enfermedades, los dermatólogos recalcan es que con ello conseguimos poco más que librarnos del mal olor.
Subrayan que ducharse en exceso puede provocar una reducción en la hidratación de la piel, provocando que se seque y se agriete, lo que facilita justo lo que queríamos evitar: la entrada de gérmenes e infecciones a nuestro cuerpo.
Señalan que al bañarnos de forma continua la piel pierde sus grasas y sus aceites naturales, lo cual puede repercutir en que perdamos las bacterias que viven en y sobre nuestro cuerpo desarrollando una función importante para nuestro sistema inmunológico.
Los especialistas en dermatología aseguran que sería suficiente con bañarnos una o dos veces a la semana, y por ello llaman a quienes desean ducharse diariamente a que lo hagan solo cuando noten que su piel está sana e hidratada.
También aconsejan que a la hora de ducharnos no embadurnemos todo nuestro cuerpo en jabón, sino específicamente aquellas partes de nuestro cuerpo que lo requieran por ser las más dadas al mal olor, como los pies las axilas.
Finalmente subrayan que para reducir el riesgo de enfermedades, una tarea primordial es centrarnos en lavar con frecuencia nuestras manos, así como la ropa que usamos, la cual acumula una buena parte de las células muertas de nuestra piel al igual que otros residuos del entorno.