Los barcos balleneros japoneses vuelven a zarpar este lunes camino a la primera caza comercial en más de 30 años tras Japón anunciar el año pasado su abandono de la Comisión Ballenera Internacional y que retomaría la caza este 1 de julio.
El objetivo de esta salida es cazar 227 ballenas de diferentes especies, las cuales aseguran que, en su mayoría, están fuera de peligro y siempre en aguas territoriales japonesas.
La decisión hizo que activistas medioambientales de distintos países instaran, en el pasado G20 celebrado en Osaka, a los líderes mundiales a que no dieran la espalda al «ataque cruel a las ballenas».
here we see 2 harpoons being fired into a whale because the first was non lethal. A grenade tipped harpoon. This animal is suffering immensely. This is #Japan whaling #OpWhales https://t.co/WbnYS0FqW0
— Anon4dolphins (@Anon4dolphin) June 30, 2019
Fuentes de la autoridad de Japón se han defendido argumentando que el consumo de carne de ballena es parte de su cultura y que la mayor parte de las especies no corren peligro. En 1986, tras entrar en la moratoria global contra la caza, Japón emprendió una «caza científica de ballenas» en el Pacífico Norte. La ONU terminó por frenarla en 2015 porque sospechaban que se trataba de una actividad comercial enmascarada.
Los números no son muy claros. Solo unas 300 personas se dedican a la caza de ballenas en todo Japón y la provisión anual de esta carne (5.000 toneladas), supone una ingesta de 40 o 50 gramos por japonés al año.