Hacinadas como ratas
De la mano del más feroz capitalismo, el creador del co-working, llega un nuevo concepto revolucionario: el co-living, un modelo de vivienda compartida en el que habitan hasta seis personas por planta en edificios de varios pisos. Bajo la pretensión de «adaptar a nuestro tiempo la forma en que las personas viven y trabajan en las ciudades», en palabras del impulsor del proyecto, se permite a los propietarios de viviendas que continúen elevando los precios y haciéndolos más y más prohibitivos.
Mientras tanto, los trabajadores de a pie (quienes más sufren estas situaciones son los jóvenes) siguen viendo cómo sus condiciones de vida se recrudecen. Al capitalismo solo le importa la clase obrera en tanto que genera beneficios, por tanto su objetivo es minimar costes y maximizar ganancias. Así, en estos espacios «innovadores» los habitantes del edificio también encuentran un espacio para trabajar juntos.
Los anglicismos con los que se pretende tapar la realidad no son efectivos: la explotación de la clase obrera no es chic, ni moderna, ni este es un concepto revolucionario. En palabras de Don Mitxel Erregea:
Cuando varias familias compartían piso en la URSS para que nadie durmiera en la calle era el fracaso comunista. Cuando varias familias comparten piso en España para que los alquileres puedan seguir subiendo se llama co-living y es cool.
"Cuando varias familias compartían piso en la URSS para que nadie duermiera en la calle era el fracaso comunista. Cuando varias familias comparten piso en España para que los alquileres puedan seguir subiendo se llama co-living y es cool".
Don Mitxel Erregea pic.twitter.com/vFRp2ZVjZo
— María José S 🔻🌹 (@MARIAJ_SALADO) November 13, 2018