La vida de Raquel, una joven enfermera malagueña de 32 años, pegó un brutal giro inesperado en el mes de marzo tras contraer el coronavirus: tiene dificultad para hablar, perdió la fuerza en la mano derecha, se le cae la saliva, no escribe bien, no puede leer con soltura, no puede trabajar…
«Desde el minuto uno no quise que me ayudaran. En el Hospital, me obligaba a hacer cosas con la mano derecha y no he parado de hablar», cuenta en un vídeo para El Mundo. Ella se contagió tras incorporarse «voluntariamente» en dos hospitales de Málaga en pleno auge de la pandemia. «Me veía en la obligación personal y humana de trabajar, de echar una mano». Pero solo pudo trabajar dos días y tres turnos.
Un día, amaneció con «dificultad para hablar». Un día que coincidía con la boda que tenía con su pareja para la boda, que finalmente tuvieron que aplazar para el año que viene. Desde su Instagram hizo viral un vídeo que se viralizó instantáneamente con un mensaje a los jóvenes. «Hay gente joven que piensa que eso no se contagia, y con mi testimonio lo que quiero que vean es que tengan cuidado porque también se ponen malos».